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El futuro energético de España


En estos tiempos de transformaciones aceleradas, la velocidad y la fiabilidad son lo todo. Lo saben los ciudadanos, que esperan respuestas inmediatas ante cualquier incidencia, y lo sabemos las empresas - como Iberdrola España - que debemos estar a la altura de una sociedad hiperconectada, exigente y consciente. Las crisis no avisan, pero sí se revelan.
Electrificación como pilar clave para construir el futuro energético de España
El apagón del sistema eléctrico que ocurrió en España el pasado 28 de abril es un recordatorio contundente de la necesidad de reforzar nuestros sistemas eléctricos con visión de futuro, y que debemos hacerlo con rapidez.
Vivimos un momento decisivo para España y para Europa. Recientemente, la Comisión Europea ha lanzado su Pacto por una Industria Limpia (Clean Industrial Deal), que marca una hoja de ruta clara: electrificar nuestra economía, descarbonizar nuestros procesos y hacer la energía más asequible, fiable y segura. Pero este camino no es automático ni gratuito, exige decisiones valientes, planificación rigurosa y, sobre todo, acción.
Electrificación de la economía como eje del futuro energético de España
La electrificación de la economía es urgente y no solo por razones medioambientales, sino por competitividad. Cuanto más dependamos del gas –especialmente si es importado y con precios volátiles–, más vulnerables seremos. Apostar por la electrificación significa reducir la factura exterior, evitar emisiones y generar empleo local.
Pero para que la electrificación funcione en un país como España, con una alta penetración de la energía fotovoltaica, es fundamental la contribución de las energías síncronas y del almacenamiento a gran escala que garanticen la estabilidad del sistema eléctrico. Las centrales nucleares, las centrales hidroeléctricas, las centrales de bombeo y los ciclos combinados aportan fiabilidad, firmeza al sistema, y capacidad de respuesta rápida antes las fluctuaciones en la red.
Inversión en redes eléctricas e infraestructuras para avanzar en la transición energética en España
La buena noticia es que tenemos la capacidad tecnológica, los recursos naturales y el conocimiento. La no tan buena es que todavía faltan redes eléctricas suficientes y capacidad de almacenamiento para distribuir y conservar toda esa energía limpia que ya somos capaces de generar. Tenemos megavatios de generación renovable que se desperdician porque no pueden llegar a donde se necesita. Por ello, conectar mejor y aumentar la demanda eléctrica es nuestra obligación y el mejor remedio para los retos actuales.
Esto permitirá mejor la penetración de energías renovables y ayudará a evitar precios cero o incluso negativos. Por tanto, urge una inversión decidida en infraestructuras eléctricas que permita distribuir esa energía limpia con agilidad y eficiencia.
A esto se suma otro frente estratégico: la autosuficiencia. Los conflictos internacionales y la fragmentación del orden energético global y europeo nos recuerdan que la dependencia tiene un precio. Por eso debemos trabajar para que cada vez más territorios sean energéticamente autosuficientes y cuenten con energía firme, segura y competitiva. En este contexto, también es necesario mirar con pragmatismo el papel de la energía nuclear.

El marco regulatorio predecible y estable como clave para atraer inversión energética y construir el futuro energético español
Las centrales nucleares, responsables de una parte esencial de nuestra firmeza energética, soportan hoy una fiscalidad que compromete su viabilidad. No tiene sentido que la electricidad, limpia y estratégica, esté sometida a una carga impositiva solo superada por el tabaco y el alcohol.
En este sentido, es necesario revisar esta situación, que no se da en ningún otro país de la Unión Europea. No se trata de abrir un debate ideológico, sino de garantizar una transición energética que no sea caótica ni costosa.
El calendario de cierre nuclear, acordado en 2019, tenía sentido en su momento, pero el contexto ha cambiado: pandemia, guerra, crisis energética, inflación, nuevas tecnologías, y una gran cantidad de almacenamiento planificado que aún no se ha construido. Todo apunta a la necesidad de revisar nuestras decisiones con serenidad y visión de Estado. Aún estamos a tiempo de adaptar la hoja de ruta, aligerar trabas y escuchar a quienes gestionamos el sistema día a día.

Desde Iberdrola España observamos con optimismo el creciente interés industrial por instalarse en España. Pero para que esas nuevas demandas se conviertan en realidad, es imprescindible garantizar un suministro firme, previsible y competitivo.
En definitiva, se trata de invertir hoy con seguridad regulatoria, planificar con visión y no perder tiempo. Porque si algo hemos aprendido en estos años convulsos es que el futuro nos espera. Construyamos entre todos un sistema energético digno del país que queremos ser.